El movimiento es una herramienta poderosa para romper el ciclo del dolor crónico e inmovilidad. A través del movimiento, se pueden reactivar los mecanismos naturales del cuerpo para el manejo del dolor y la reparación de tejidos. Incluso en casos de dolor intenso, los ejercicios suaves y el movimiento controlado pueden ser beneficiosos.

Reactivación Muscular y Flexibilidad

El movimiento regular ayuda a mantener la flexibilidad de los músculos y articulaciones, previniendo la rigidez que agrava el dolor. Estiramientos suaves, yoga y ejercicios de bajo impacto son particularmente útiles para mantener la movilidad sin sobrecargar las áreas doloridas. Estos ejercicios no solo mejoran la flexibilidad, sino que también aumentan el flujo sanguíneo a los músculos, lo que facilita la entrega de oxígeno y nutrientes esenciales para la recuperación.

Reducción de la Sensibilización Central

El ejercicio moderado también ha demostrado reducir la sensibilización central, un fenómeno donde el sistema nervioso se vuelve más sensible al dolor. Según investigaciones, el movimiento ayuda a normalizar la función del sistema nervioso, reduciendo la intensidad y la frecuencia del dolor percibido.

Producción de Endorfinas

 El ejercicio promueve la liberación de endorfinas, neurotransmisores conocidos como «analgésicos naturales» del cuerpo. Estas endorfinas interactúan con los receptores del cerebro para reducir la percepción del dolor, mejorando tanto el estado físico como el emocional del paciente.

Mejoras en el Estado de Ánimo y la Calidad de Vida

 Además de los beneficios físicos, el movimiento también tiene un impacto positivo en la salud mental. La actividad física regular se asocia con una reducción significativa de los síntomas de ansiedad y depresión, condiciones que a menudo acompañan al dolor crónico. Al mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida, los pacientes son más propensos a mantener una rutina de ejercicio, creando un ciclo positivo de bienestar.